Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Comida Rápida. Francisco Santana Montelongo y Alexis Mencara Quintana. AG

Mary era una joven universitaria que se pagaba sus estudios ejerciendo de niñera en sus ratos libres. Hasta ahí todo normal, pero quizás el dato más relevante del trabajo de esta joven animadora era que no cuidaba a unos niños cualesquiera, sino que se encargaba nada más y nada menos que de los hijos de los Beckham.

Un día, mientras Victoria y David acudían a una gala benéfica, Mary se quedó cuidando a Romeo, el hijo mayor de la pareja.  Debido a todo el tiempo que habían pasado juntos, ambos habían establecido una gran amistad y la confianza entre ellos era notable. Ella le contaba sus penas amorosas y cotilleos de la universidad, mientras que él le hablaba sobre los entresijos de vivir en una familia de famosos. Todo transcurría con normalidad hasta que los dos se llevaron una tremenda decepción; muertos de hambre acudieron a la cocina y se dieron cuenta que únicamente había fruta por todos lados, ya que Victoria había decidido por sí misma, poner a dieta a toda su familia para que todos pudieran lucir palmito en sus próximas vacaciones en Capri.  

Tras esta terrorífica situación, no dudaron ni un instante y decidieron llamar a la pizzería favorita de Mary, dónde "casualmente", trabajaba un repartidor que quitaba el hipo. La pizzería había quintuplicado sus ventas desde que este apuesto y fornido joven había sido contratado. Cuenta la leyenda que con las propinas que le daban al chico, éste pudo comprarse una moto, pagarle los estudios a sus tres hermanos pequeños y además dar la entrada para un piso en las afueras de la ciudad.

Después de haber realizado el pedido, Mary se dirigió al salón en busca de su bolso y al pasar por delante de uno de los gigantescos espejos que había en la casa quedó en estado de shock. ¡Tenía un aspecto horrible! Su camisa era espantosa, el resto de la indumentaria no se quedaba atrás, su cara parecía la de una muerta y sus pelos parecían haber sido peinados por el mismísimo Eduardo Manostijeras.

-          ¡Romeo! ¡Necesito ayuda! - alcanzó a gritar la joven animadora - ¡El repartidor llegará en cualquier momento y estoy horrible!

Romeo que era hijo de una de las mujeres más glamurosas del planeta, no perdió ni un segundo, corrió al vestidor de su madre, y tras atravesar la zona de los zapatos, la de las camisas, la de los pantalones, la de las sandalias de verano y un sinfín de habitaciones más, al fin llegó a la zona de los vestidos. Cogió uno cualquiera y, de regreso por aquel enorme laberinto, aprovechó para coger un par de complementos más para ayudar así a su amiga, que estaba a punto de llorar, mientras miraba por la ventana viendo como "su hombre" se acercaba a la casa con la comida.

Cuando Mary ya lo daba todo por perdido, vio aparecer a Romeo corriendo hacia ella con un sinfín de complementos y en su cara afloró una gran sonrisa a la vez que brotaban lágrimas de sus ojos por los nervios del momento. Sin saber bien como, consiguió ponerse la ropa y los complementos justo a tiempo para abrir la puerta, y lucirse ante aquel Dios del Olimpo reencarnado en humano. Tal fue su entusiasmo y el interés que mostró que incluso consiguió el número de teléfono del repartidor, dando por finalizada su misión. En esa casa hoy solo había una Diva y no se trataba de la propietaria.

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