María era la típica ama de casa, una mujer tranquila que se desvivía cada día por su familia. Su vida era maravillosa hasta que un día, por causas del destino, mientras compraba fruta en el mercado, descubrió a su marido Juan siéndole infiel con una joven mujer que allí trabajaba.
Desde ese momento algo cambió en su interior, el amor que hasta ese momento profesaba hacia su hombre, se convirtió en un profundo odio que la hizo caer en las garras de la locura. A partir de ese momento su objetivo no fue otro que quitarle la vida a su marido, por lo que ideó un elaborado plan para conseguirlo.
A la mañana siguiente María se levantó a hurtadillas y saboteó los frenos de la moto en la que Juan acudía cada día a su trabajo. Tras esto se fue a la cocina y comenzó a prepararle un apetitoso desayuno a su marido, al fin y al cabo ese sería su último plato de comida.
Finalmente decidió sentarse en el sillón del salón a continuar leyendo su novela preferida, mientras el tiempo ponía cada cosa en su lugar.
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