Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Creo que me siguen. Carlos Acosta Suárez. Gran Canaria.

El reloj marcaba las siete y veintiocho de la tarde y, como de costumbre, a
esa hora recorría el camino de regreso a casa. Ese día había comenzado a
llover repentinamente, por lo que no tenía más remedio que avanzar bajo los
balcones si quería evitar mojarme.

Cuando estaba a solamente una manzana de mi destino, escuché un leve jadeo
seguido de un agudo ladrido a mis espaldas. Sobresaltado, pues me
encontraba absorto en mis pensamientos hasta ese momento, en el que el
estridente sonido me había devuelto a la realidad, di media vuelta y me
encontré un pequeño cachorro que me miraba atentamente.

Le dediqué una sonrisa y reanudé mi marcha de vuelta a casa, aunque
enseguida supe que venía tras de mí al oír el suave chapoteo de sus patas
en el agua de los charcos. No le di mucha importancia y supuse que tarde o
temprano se cansaría y se marcharía.

Cuando por fin llegué junto a la puerta de mi hogar, volví a girarme para
comprobar que allí seguía el perrito, empapándose, jadeando y meneando el
rabo alegremente. Suspiré, pues acababa de comprender que él no tenía
ninguna intención de marcharse y su mirada era demasiado tierna como para
dejarlo en la calle en un día como aquel...

Me fijé en que no llevaba un collar que indicara que tenía dueño, así que
me acerqué a él y lo cogí en brazos, no pareció mostrar ningún signo de
disgusto. Entramos finalmente a casa los dos juntos, esa fue la primera vez
que no entré solo.

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