Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Perdidos en la casa. Tania Ramíres Rivero, Stefania Castro y Juan Manuel Hidalgo Quintana. Hab. II

Perdidos en la casa:

Javier, Elena y Pedro formaban una familia algo extraña en el norte de Alemania. Javier que era el padre de la familia, era el dueño de una conocida marca de electrodomésticos, y, su esposa Elena era una prestigiosa diseñadora de ropa de carnavales.

 

Al nacer Pedro, los padres se vieron en la obligación de contratar un canguro  puesto que sus trabajos le impedían cuidar al niño. Tras una larga búsqueda en Internet, ya estaban desesperados, pues, ninguno daba el perfil idóneo. De repente, en la parte inferior de la pantalla del portátil, encontraron un anuncio que les llamó la atención, y, no dudaron en ponerse en contacto con el responsable del anuncio. Al día siguiente, y, sin pérdida de tiempo, el canguro comenzó a trabajar para ellos. Los padres no podían esperar más, pues, les había llegado la noticia de que habían sido seleccionados para concursar en el famoso reality "perdidos en la tribu".

 

Pasada una semana, los padres emprendieron su viaje hacía El Amazonas y solo quedaban Miguel, que así se llamaba el canguro y Pedro. Todo parecía ir con normalidad pero la vivencia más importante en la vida de Miguel estaba por llegar. Cuando éste estaba escondido en el taller de modelaje de Elena probándose los disfraces creados por ella, escuchó a Pedro gritar, éste decía: Miguel, Miguel...los gorilas.

 

Al no saber a qué se refería bajó disfrazado de pirata y encontró a dos enormes gorilas en el salón de la casa. Al no saber que hacer, cogió a Pedro y a los gorilas. Los metió en su lujoso coche y se dirigieron al circo más cercano para el próximo espectáculo.

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