Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡BIENVENIDOS!

Mi querida abuela

Querida abuela Pablo Sanjuán Montesdeoca

Quisiera decir, que mis recuerdos son muy lejanos porque era muy
pequeño y son de dos abuelas: la abuela de Guía y la abuela de Las
Palmas.
La abuela de Guía se llamaba Zaragoza, era muy querida en el pueblo,
todo el mundo la conocía y era muy devota de la Virgen de Guía.
Recuerdo de ella que siempre estaba en silla de ruedas, así la veía
cuando mi madre la traía a casa todos los domingos. Estaba en silla de
ruedas, porque según me decía mi madre, cuando era joven trabajó
muchísimo lavando ropa en la acequia de rodillas, limpiando en las
casas de la gente rica del pueblo. Por eso era muy conocida y
querida. Recuerdo que cuando eran las fiestas del pueblo, mi padre la
llevaba a misa. Se pasaba todo el rato parándose a hablar con la
gente, yo y mi hermana nos desesperábamos porque no dábamos un paso
sin tener que volver a parar a hablar con otro conocido y así hasta
quince minutos y yo quería llegar a la plaza para ver a mis amigos.
Ella no vivía en casa sino en una residencia para mayores. Cuando
íbamos a verla, a mi me gustaba jugar a la pelota por los jardines
exteriores. Algunas veces la gente mayor del pueblo me dice: Como se
nota que eres nieto de Zaragozita, te pareces a las clavellinas (mote
de la familia). Mi madre me explica que a mi abuela la conocían así.
La abuela de Las Palmas se llamaba Carmita, es de la que más recuerdos tengo.
Mi padre nos llevaba muy temprano a su casa, pues él tenía que empezar
a trabajar a las siete de la mañana y nos dejaba en casa de mis
abuelos para cuidarnos.
Mi hermana y yo éramos muy pequeños y no podíamos ir a la guardería y
eran los abuelos quienes nos cuidaban.
Recuerdo mas bien poco, como nos levantaba a media mañana con una taza
de manzanilla y después el desayuno, todos los días.
Después nos poníamos a jugar en un cuarto que mi abuela tenía con
muchos juguetes y lápices para pintar.
Casi todos los días nos llevaban al parque con las pelotas y la bici.
El que más me gustaba era el parque de la Rehollas, era muy grande y
lo primero que hacíamos era salir corriendo, ya que mis abuelos no nos
alcanzaban. Mi abuela se ponía muy nerviosa cuado corríamos o nos
montábamos en el tiralíneas porque pensaba que era peligroso.
También nos gustaba el parque Doramas, nos compraba un helado y un
paquete de papas.
Lo que mas recuerdo era que después de comer mi abuela nos mandaba a
la cama para descansar, pero siempre terminábamos trillando encima de
la cama a tirarnos las almohadas. A mi abuela le encantaba, se lo
pasaba genial.
Cuando venia mi padre a recogernos, la habitación siempre estaba patas arriba.
Ella murió de una enfermedad llamada Alzheimer, la tenia todo el día
durmiendo, pero yo la quiero recordar cuando jugábamos a tirarnos las
almohadas.

Mis dos abuelas fueron muy queridas, y nunca entenderé porqué esas
personas se tienen que ir. Mis queridas abuelas siempre las recordaré.

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