Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Un día cualquiera. Judith Moreno Moreno.

              Caminando apresuradamente, como cada día, iba ya con retraso a mi clase de idioma por la tarde. Me quedaban a penas 100m para llegar pero, el dichoso destino decidió cortarme el camino. Yendo rápido y otro también, terminamos chocando. El desconocido no fue nada amable, mis libros tocaron el suelo y ni se molestó en ayudar, por eso, cuando el siguió su camino mi pie lo hizo tropezar. Así fue como un día cualquiera dos desconocidos dejaron de serlo.
       Al final no llegué a clases porque el desconocido mirándome fijamente, muy educado tras devolverle la caída, me invitó a tomar un café helado. Aquella tarde cualquiera me lo pasé como nunca, reí, hablé y disfruté mucho con un simple café helado en pleno invierno. Por mucho frío que pasé después, fue una invitación muy calurosa. Al final del día pensé que me besaría pero no lo hizo,tal vez sólo quería ser mi amigo. Había sido una tarde cualquiera con un desconocido cualquiera tomando un café helado cualquiera.
       Para mi sorpresa, pasados dos días, al salir de clases me encontré al querido desconocido de aquel día. Llevaba dos horas esperando a que saliera, y al oír sus palabras diciéndome tal cosa pensé, ¿y si es un acosador?, pero me leyó el pensamiento. Solamente quería saber mi nombre y mi número, siempre y cuando no hubiera inconvenientes. Algo ruborizada le di ambas cosas y continué mi ruta hacia mi casa. el chico no tardó ni dos horas en llamar, y su excusa fue que yo no sabía su nombre y jugaba en desventaja. Al parecer se llamaba Kevin y vivía en no sé donde, no le presté demasiada atención, sólo pensaba en el hecho de que me había llamado, y además con excusa. Ésto es síntoma de que le gusto, me dije a mí misma. Recuerdo que esa noche pasé horas y horas hablando con él por teléfono, el pobre no sabía que odio perder mi tiempo con un teléfono, pero preferí guardarme ese dato para otra ocasión, al fin y al cabo una vez al año no hace daño.
     Y así, Kevin y yo nos fuimos conociendo poco a poco, pasado un año decidió pedirme una relación seria, pero yo no podía tenía que viajar para seguir estudiando. Malditos estudios lo fastidiaron todos y nuestro amor no tuvo sus frutos, pronto dejamos de llamarnos, de hablar y nuestra amistad se perdió, como suele pasar. Y hoy pasados ya unos años decidí recordar aquel día que lo conocí, no era un día de fiesta ni mucho menos, era un día cualquiera de mi rutina y mira a todo lo que llevó.

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