Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Mouna Martínez Vega

-Justo encima de mí-

Laila iba caminando por las calles de Nueva York hacia el instituto. Siempre se había sentido invisible, alguien normal sin nada en especial. Pero ese día se sentía distinta, o más que sentir, veía que era distinta, porque todos la miraban. Ella no sabía por qué, pero le gustaba la sensación de sentirse el centro del mundo. Era la primera vez que fuera de las aulas le prestaban tanta atención. Pasó por la cafetería de la esquina, cerca del instituto. Pidió un café con leche y una napolitana. Se sentó en la mesa central, y se dispuso a sacar el ordenador para terminar de preparar el PowerPoint que les mostraría a sus alumnos. Es profesora de historia de la danza. A los cinco minutos apareció su amiga Adele. Laila al verla, se sonrojó y se le hinchó el pecho de orgullo, satisfacción y algo más. Adele pidió lo mismo que Laila para desayunar.  Ella era profesora de Biología y Geología. Empezaron a hablar de las clases, lo que iban a hacer ese día, que habían hecho el fin de semana, etc. Por fin aparecieron sus cafés y sus napolitanas, todo recién hecho.


Laila:-Ojalá se ponga enfermo Enrique, no quiero verle, lleva todo el curso detrás de mí. El problema es que me pone nerviosa, no termina de entender que "no" es "no".


Adele:-Tienes que entenderlo, cuando uno se enamora se enamora y hace lo imposible por estar junto a la persona que ama, si no acuérdate de ti. (Le guiña el ojo).


-Sí pero, acuérdate de la excursión del mes pasado. ¿Quién estaba justo encima de mí? ¡Enrique! Como no, que sorpresa.


-Ya te lo he dicho amor, paciencia. Ya lo entenderá todo y verá que no tine ninguna posibilidad.


-Eso espero porque yo mucho más no aguanto.


Terminaron el desayuno, y fueron directas al instituto. Como ya se imaginaban, Enrique, por desgracia para Laila, estaba en la puerta fumando. En cuanto la vio tiró el cigarro al suelo se metió un chicle en la boca para oler menos y se acerco muy amablemente a ellas, o más bien, a ella.


Enrique:-Buenos días chicas…ola Laila. ¿Qué tal el fin de semana?


-Pues bueno ¿Y el tuyo? (responde secamente).


-Laila no seas así, a sido amable contigo.


-Tranquila Adele…no importa… ¿Te pensaste lo que te dije?


-Sí, lo he pensado, no hago sino pensarlo y quiero dejar de pensarlo. Me encantaría no tener que responderte mal pero si no, no vas a entender como es realmente la situación. ¡NO! No quiero salir contigo, no es algo personal, es que no quiero porque no me gustan los hombres, me gustan las mujeres y solo las mujeres y no pienso cambiar de opinión y menos aún siendo Adele mi pareja.


Todo se quedo en silencio, quieto, como si la vida se hubiera parado alrededor de ellos. Todo el instituto les miraba: profesores, alumnos, incluso las señoras de la limpieza. Por fin se había desvelado la historia que todos creían ver, excepto Enrique, porque como siempre se dice. El amor te ciega.

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