Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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Mouna Martínez Vega

-El Citopeco-

Hace ya muchos años, en el pueblo donde Ádarel antiguamente vivía. Se contaba la historia del Citopeco, para que los niños por el miedo, se quedaran dormidos enseguida. Os hago un pequeño resumen: "Vivía en las montañas, para alejarse de todos pues como todos le temían, el temía que alguien se hiciera el valiente y le hiciera daño. Se contaba que era un ser enorme de tres metros y medio, que a media noche, bajaba a las casas, y los niños que aún estaban despiertos, se los llevaba y nunca se les volvía a ver, no se sabe si se los comía, los utilizaba como muñecas, les daba una vida mejor o si los utilizaba como bolos (el caso es que con decir que no se les volvía a ver, ya los niños se iban traumatizados a la cama)." Lo importante siempre ha sido, no currarse la historia, que era lo que nos gustaba a nosotros, para los padres lo importante era que nos durmiéramos y les dejáramos tranquilos para ocuparse de sus cosas. Esas cosas que hasta que no somos más mayores no las entendemos, ni desean explicárnoslas. Volvamos al grano, porque me encanta irme  por las ramas, es de familia. Era como el cuento de caperucita, de la sirenita, o la canción del coco que se les canta a los niños desde hace mucho tiempo. Siempre se ha creído que dormiríamos mejor si nos daban algo de miedo antes de dormir, pero no es verdad, dormíamos peor y a demás según fueron pasando las generaciones los cuentos ya no nos daban miedo, que va, ¿qué era eso? Eso era para otras épocas, a nosotros eso ya no nos servía nosotros queríamos emoción que el malo siempre perdiera. Que hubiera luchas, espadas, orcos, magos, dragones, etc, etc, etc…Cualquier cosa mínima, pero bien currada, nos servía, si tenía un poco de imaginación.

Al principio, nombre a un niño, Ádarel. Es mi abuelo, él fue quien me contó la historia del Citopeco, y también me dijo, que cautivado por esa historia, pero como ya era mayor pensando que era mentira, decidió un día subir a las montañas, y esperar a ver si veía al Citopeco. Se escondió muy bien entre las ramas de un árbol. Y, a la media noche, lo vio. Vio como bajaba a las casas, miraba por las ventanas y lo revisaba todo. Pero a diferencia de la historia que le contaron, no era un ser temible de tres metros, ni se llevaba a los niños. Solo bajaba a revisar que todos estuvieran a salvo y durmiendo tranquilamente. Y sí, medía tres metros, pero no era un ser temible, era un ángel. Cuando volvió después de ver que su ciudad estaba bién , mi abuelo bajó del árbol y se puso delante suya para hablarle. El Citopeco, al verle, se paro, disminuyó su tamaño reduciéndola a la de un humano. Y fue cuando le explico que él quería que le tuvieran miedo, para que no subieran a las montañas donde había grandes peligros y los niños se fueran a dormir antes para que sus padres pudieran disfrutar de ellos a solas. Y que el que los niños desaparecieran, era porque los padres que tenían no les cuidaban como debía y si él se los llevaba, les daría una vida mejor.

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