Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡BIENVENIDOS!

El Citopeco. Sara Prado de Sousa 4ºA

Era una bella tarde de verano, en la cual, una familia amplia se disponía a salir de acampada hacia las afueras de la ciudad para pasar unas vacaciones solos.Eran siete: madre,padre,tres niños de entre seis y doce años; y dos niñas gemelas de dieciséis.Se dirigian en coche a un pueblo llamado "el hueco".Era un pueblo oscuro, en el cual ocurrían cosas extrañas por las noches; o eso decía la leyenda. 
Era la primera noche en familia e hicieron una hoguera por la noche para con ella cocinar. Cantaron y rieron toda la noche. A la mañana siguiente fueron a pescar a un rio cercano. Mientras iban en la barca, observaron una cueva adentrada en el rio. Dentro, habían muchas plantas exóticas y comida variada dentro de una especie de cabina flotante. Cada vez se acercaban más y más con la barca, pero derrepente todo se oscureció y se empezaron a escuchas ruidos extraños. La familia asustada decidió volver corriendo al campamento para recoger sus cosas y marcharse a casa.Mientras recogían el campamento, el hijo menor, de seis años, quiso saber quién o qué estaba en la cueva, así que cogió la barca y remo solito hasta ella.Él no tenía miedo, solo le picaba la curiosidad.Al adentrarse en la cueva, observó unos pequeños bultos en el suelo a lo lejos. Se iba acercando más y más, y los bultos iban creciendo.Al llegar allí, se dió cuenta de que no eran bultos, eran unos animales de su misma estatura durmiendo. Los animales despertaron, y al ver que el niño estaba al lado, observando, comenzaron a hacer ruidos estruendosos. El niño se asustó y intento salir de la cueva lo más rápido que pudo, ya que pensaba que los animales le harían daño. Pero al mirar atrás noto que no le seguían, solo querían jugar. Pero no había tiempo, la familia del niño comenzó a gritar su nombre y tuvo que marcharse. Pero no se marcho de allí sin antes ponerle nombre al más pequeño, el juguetón, lo nombró " Citopeco". 

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