Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

No lo soñé. Raquel Henríquez Monzón. Gran Canaria

Recuerdo como aquella noche llovía. Era una noche de lluvia bastante
fuerte. Veía como las gotas bajaban haciendo carreras por mi ventana.
Mientras esto sucedía yo miraba hacia una farola que había por allí
encendida. Me gustaba ver los días de lluvia desde mi ventana. Solía
reflexionar mientras veía como el agua corría por las calles y como
salpicaba cuando algún coche pasaba por encima de algún charco.
Aquella noche estaba bastante confusa. Me hubiera gustado que nada
fuera mal. Pero, mi pulso es un artilugio difícil de controlar. Tal
vez nunca me esperaría tanto y debería parar de llorar. Llegué a la
conclusión de que era incontrolable. Lo que nunca había deseado ni
había pensado, llegó. Pensaba que las cosas que llegan en el momento
menos indicado deberían ser buenas... Pensé, ¿tanto tiempo estuve
equivocada? ¿Ahora que puedo hacer? Me siento tan sola y tan extraña.
Temo salir a la calle por creer perderme; pero en realidad tan solo
hubiera querido perderme, yo misma. Tanto dolor no era posible. Me
hubiera gustado que me llamará y que me dijera que tan solo era una
pesadilla, y que pronto no tardaría en hacerme despertar. Que me
jurara que nada malo volvería a pasar. Tanto tiempo me confié y todo
hice porque saliera bien... Pensé ¿Por qué lo pierdo ahora? Si
estallar era lo que quedaba. Perdí la paciencia. No podía sonreír.
Aunque por un instante me pudiera olvidar y fuera bien, volvía a mí.
Sabía que después iría peor.
Que perderíamos, los dos... que estábamos perdiendo el tiempo, estando
lejos el uno del otro. Sentía que aunque el mundo siempre me hubiera
parecido correcto, en ese momento por un instante sentía que nunca lo
había sido y que era y sería siempre un mundo perfectamente retorcido.
Llegó un momento en el que me encontraba ya cansada, cansada de tanto
reflexionar y decidí acostarme aunque en mis pensamientos se me
colaban cosas sueltas. Conseguí quedarme dormida.
Abrí los ojos y estaba acostada junto a él en la orilla del mar, ante
el amanecer. Un precioso amanecer. Hacía frío, pero era como el fuego
que me quemaba lento... y yo me hacia débil.
Débil ante la felicidad de estar junto a él que gritaba fuerte mi nombre.
No podría decir que no lo amé, era cerrar los ojos y volver a abrirlos
y saber que estaba realmente enamorada, mas de lo que pensaba... era..
como morir viviendo.
Me miraba y me mataba, me mataba su miraba que reflejaban mis ojos
llorando. Me comprendían. Sabían lo que quería, sabían que lo quería a
él, solo a él. Lo que toda mi vida llevaba buscando.
Y no podía perder algo que había estado buscando toda mi vida. Volví a
cerrar los ojos deseando volver a abrirlos y volverlo a ver a mi lado.
Después de cerrarlos no pude abrirlos, vi como una luz negra me iba
tragando.. me arrastraba. Yo no quería, pero ella me arrastraba.
Desperté en mi habitación y me di cuenta de que todo había siendo un
sueño, un hermoso sueño.
Me eché a llorar como la noche anterior. Cuando deje de llorar fui al
baño y me desvestí para bañarme. Cuando me miré y me di cuenta de que
tenía una marca grabada con fuego. Entonces me di cuenta de que no lo
soñé, fue real.

1 comentario:

  1. Hola, Miguel:

    Te quiero felicitar por tan hermosa historia; tienes el don de la escritura, desde la primera letra hasta la última he disfrutado de tan bellas letras...,¡gracias!.


    ¡Saludos, te deseo
    unas Felices Fiestas!

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