Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

El Secreto. Manuel Alberto Morales Vega. Gran Canaria

¡Por fin en Madrid! Es la hora de comenzar mi vida de estudiante, me ha costado encontrar un piso cerca de la universidad "no se qué". Estoy muy ilusionado, jamás he venido antes a Madrid, y menos a la península. Este es el primer sitio que piso fuera de Canarias.

  Quién me diría que me he ido tan lejos solo para hacer la carrera de ingeniería, pero bueno, ya estoy aquí… es hora de instalarme en el piso que me he alquilado por internet. La verdad es que no me esperaba que el aeropuerto de Madrid fuese tan grande, la verdad es que me costó mucho encontrar la cinta que transportaba el equipaje. Después de coger mis dos maletas, salí difícilmente de allí. Cogí un taxi; nadie me dijo que un taxi costaba tanto como comprar una casa… pero bueno, al llegar a la calle vi a un señor  ya mayor, que estaba apoyado en la puerta de la que sería mi futura casa de estudiante. Era pequeña, dos plantas. Me acerqué al señor y le dije:

-Buenos tardes… ¿Es usted el señor Don Pedro? -dije tímidamente por temor de que es estuviera confundiendo de persona.

- Si, soy yo. Tú tienes que ser…

-Alberto. –dije apresuradamente

-Bien hijo… entra te enseñaré  la casa.

-Estaba mayormente hecha de madera, muy agradable. Bueno, me llamó la atención de un reloj, que estaba a la izquierda de las escaleras para subir al segundo piso. Era extraño, parecía que el reloj  tenía el mismo tipo de madera que la casa, tenía menos años… y dije:

-Parece que le gustan los relojes, ese perece bien cuidado…

- No, al contrario, los odio… no lo limpio ni lo arreglo, estaba aquí desde antes de que yo comprara la casa… hace mucho tiempo. –me lanzó una de esas miradas que te fulminan. Y dijo: 

-Bueno, ya sabes donde está cada cosa. Espero que no armes mucho jaleo, los vecinos se molestan muy fácilmente.                                                                                                                          

-Vale, yo suelo ser  muy tranquilo. No causaré problemas.

-Eso espero… aquí tienes las llaves. Hasta luego…

-Esa noche no dormí, no se porqué. A las doce de la noche según mi reloj de mano, empezó a sonar el reloj de la casa… "dong… dong… dong…" Así hasta más de doce veces. Me pareció raro, pensé que se abría trabado o algo,  así que me levanté de la cama. Salí al pasillo, al fondo… el reloj, no paraba de sonar. El timbre de las campanadas era distinto… me dirigí hacia él, paso a paso, juraría que cada vez iba más lento. Apunto de llegar al reloj  acerqué mi mano para tocarla, el cristal del reloj reflejaba otra imagen… no era mi cara… era de un señor muy mayor, no se parecía a Don Pedro… no, se parecía a mi…

Estaba en el suelo… en una casa en ruinas, parecía la misma casa pero destruida, el reloj estaba intacto, exactamente igual como lo había visto. Era de noche, una luz avanzaba hacia mí, no sabía de donde procedía. Levanté mi cabeza para poder ver de donde venía… Una estructura circular, tenía brillo metálico. La luz procedía de un foco que estaba más abajo que una tenue luz. A los lados de aquella cosa empezaba a sonar un ruido muy agudo. Aquello adquiría un tono azulado. ¡Dios… me había visto y se dirigía hacia mí¡ Me levanté y busqué una salida.  Aquello tenía ya un color mucho más azulado y el sonido era ensordecedor. Me viré hacia aquella cosa. Y empecé a retroceder… mi espalda tocó el reloj y…

Otra vez de vuelta, estaba temblando… ¿Era un sueño? No, no lo era. Otra vez en la casa, todo parecía normal… me dejé caer apoyado en el reloj. Y me empezaron a venir ideas la cabeza. Y la más clara: Volvería a entrar allí. Espero que esto  quede entre tu y yo… ¿Me acompañarás? No se lo cuentes a nadie… este será…  nuestro secreto.

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