Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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Bajo la luz de una vela. Aridane Ortega Santiago

Cierto día , se fué la corriente en toda Guía, por lo que nos quedamos a oscuras, justo cuando yo veia en  la televisión uno de mis programas favoritos...menuda rabia me dió ...
El caso es que tuve que encender una vela, una vela que, dicho de paso, no alumbraba un carajo, y siendome inposible leer un libro , me fuí a dar un paseo .
Cuando iba bajando las escaleras de mi portal cuando, de repente oí uns gritos en la calle, me pregunté que podria ser, y salí del portal, era una manifestación contra el derroche y, por lo visto , en señal de protesta, estropearon un generador eléctrico y eso nos habia dejado sin electricidad, sabiendo esto , me cabreé aún más y empecé a insultar a los de la manifestación, resultando en una persecución callejera.
Yo corría como un condenado mientras ellos me tiraban pancartas, piedras e incluso un perro (pobre animal).Realmente llegué a temer por mi vida , cuando, de pronto oí una alarma y me desperté, había sida un sueño.Al parecer me dormí cuando se fué la corriente y me puse a soñar todas esas tonterías, sorprendido me dirigí a la ducha y tomé un baño de agua caliente.

Al rato me puse a leer en lo que volvia la electricidad, leí una historia que trataba de un reino en donde el sol se apagó y nunca más volvió su resplandor, y poco a poco se quedaron ciegos al no necesitar los ojos por no poder ver nada, eso me dejo dudando de que pasaria si nunca volviera la luz(por aquel entonces era un chavalín de 7 años que dudaba hasta de su propia sombra)

Como iba diciendo, realmente me asustó la idea de no tener ojos , y, preocupado me acerqué lo máximo que pude sin quemarme a la vela.
Mi madre al verme me pregunto qué hacia tan cerca de la vela, y yo, le conté lo sucecido.
Ella empezó a reirse de mí , pero, dejo de hacerlo cuando el libro que estaba leyendo  se prendió fuego por estar muy cerca de la vela.
Cual fue mi sorpresa al ver que justo al apagarse el fuego del libro volvió la luz ,y, al fin, pude volver a encender la tele y apagar esa dichosa vela que más de una desgracia habia causado.

Al fin me dispuse a ir a cenar, donde me pasarían otras mil y una desgracias, que , desgraciadamente, tendré que narra en otra ocasión.

La moraleja de todo esto es, que hasta la cosa más simple puede causarte lios enormes.

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