Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Recortando juntos. Amor a primera vista. Las ninfas.M

Una tarde de octubre, don Juan Tenorio se encontraba en una famosa pizzería italiana degustando una suculenta pizza Margarita, mientras miraba el paisaje y extrañaba una compañía femenina. De repente, miró a su derecha y divisó un elegante y llamativo bolso azul de mujer. Tras mirar a su alrededor y asegurarse de que la dueña lo había dejado olvidado, se dispuso a examinar tan atractivo elemento. Al abrirlo, aparte de desprender un aroma cautivador, se encontró con accesorios típicos de mujer: una barra de labios de un rojo intenso, un espejo, una polvera y una cartera que se apresuró a abrir. En ella encontró un documento de identidad, cuya fotografía le llegó al corazón de tal manera que supo que sería la madre de sus hijos. Era una parisina llamada Rogelie.

Inmediatamente, decidió encontrarla a toda costa y, por eso, se acercó al aeropuerto más cercano para comprar un billete a París. A falta de billetes de avión, pensó que lo más romántico sería hacer el viaje en Vespa a 50 km/H.

Sin más dilación, comenzó su viaje. Perdió la noción del tiempo. Condujo días y noches con unas ansias locas de verla porque solo pensaba en ella. Y, por fin, llegó a la ciudad del amor. Consiguió un plano de la ciudad y, tras localizar la calle que indicaba su documento de identidad, se dirigió hacia ella. Tocó el timbre y contuvo la respiración al escuchar una voz femenina que se acercaba a la puerta. Cuando la abrió, don Juan se topó con la mayor decepción de su vida: Rogelie era, en realidad, doña Rogelia, una anciana que llevaba cuarenta años sin renovar su pasaporte.

Tras este terrible desengaño, a don Juan Tenorio solo le quedó, para aguantar el chaparrón, un buen zumo don Simón.

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