Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Buenos momentos. LRG. m

            Se recogió el pelo en una coleta. Hoy había amanecido con los rizos más alborotados de lo normal. Probablemente, el hecho de no haber pegado ojo la noche anterior había contribuido a ello. No todos los días se marcha una al otro lado del mundo, sin más compañía que una maleta y una amiga con la cabeza llena de ideas descabelladas. Se miró al espejo. Lorenna era guapa (y lo sabía) pero esa mañana tenía una cara que reflejaba el malestar de la noche anterior. Sin embargo… ¿qué persona normal podría haber descansado sabiendo lo que pasaría al día siguiente?
Se terminó de duchar y de arreglar, se vistió en diez minutos, unas gotitas de su perfume de Chanel con olor a rosas, y salió a las prisas de casa. ¡Su avión salía en menos de dos horas! En el taxi de camino al aeropuerto, Lorenna no pudo dejar de pensar en todo lo que dejaba atrás (su familia, sus amigos…) y eso la hizo sentirse un poco triste. Pero allí estaba su mejor amiga, esperándola fuera del aeropuerto con una maleta enorme y una sonrisa de oreja a oreja. ¡Se iban a vivir a Méjico! No tenían ni casa ni trabajo buscado, pero con todas las ilusiones que tenían y los planes que habían hecho… ¿qué podía salir mal? Era ahora o nunca.
Después de nueve agotadoras horas de vuelo, aterrizaron en el Aeropuerto Internacional de Cancún. Un taxi las llevó hasta el centro de esta turística y preciosa ciudad donde buscarían alojamiento. Después de muchas horas tocando en las puertas de todos los edificios en alquiler que veían, finalmente dieron con una pequeña casita, bastante modesta y un poco vieja. El alquiler era bastante asequible y el hecho de que la casa estuviera a tan solo unos pasos de la playa, las convenció de que era el lugar ideal para vivir (o al menos, por el momento).
Dejaron las maletas en el salón, y después de zanjar todo el asunto del alquiler con la propietaria de la casa, salieron disparadas a la playa. Lorenna aspiró el olor a agua salada. La suave brisa marina le rozó la cara y hundió sus pies en la fina arena blanca. Su nueva vida en Méjico acaba de comenzar.

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