Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Bajo la luz de una vela. Fernando Bañolas Rodríguez, Gran Canaria.

BAJO LA LUZ DE UNA VELA.

Un día mientras meditaba bajo la luz de una vela, mi imaginación me llevo siglos atrás. Sin pensarlo un momento, mojé mi pluma en tinta y comencé a escribir. Debido al entorno en el cual me encontraba tras mi viaje por la imaginación, deduje que era la Edad Media. Mi ropaje pertenecía al de la nobleza, y desperté en una cama amplia y rodeada de personas. Obedecían todas las órdenes que yo les daba. Una mañana despertáronme de mi sueño, acto seguido, dijéronme que debía ir al castillo a reunirme con su majestad. Mandome desterrar, pues de un grave delito me acusaba, díjose que llegué a traicionar su lealtad y lo había deshonrado. Yo de ese delito no me sentía identificado y vengarme algún día juré. Toda mi honra echó a perder y a mis plebeyos mandé recoger. A tierras nuevas yo me marché, con mi caballo y con la esperanza de encontrar una vida mejor. Cuando en nuevo territorio yo me hallé, nueva vivienda busqué. Resultó que familiares allí vivían y cobijarme en su casa pude. Tras varios meses la mano derecha del rey logré ser. Le hablé de unas tierras de otro país, no muy lejanas, y recuerdos me llegaron de allí. Los unos bonitos, los otros de venganza. Mis deseos eran convencer al rey para el terreno conquistar. Una vez convencido, el ejército faltó reunir y al mando me hallé. Marchamos a la conquista esperando tener éxito. Tras la batalla, logramos salir victoriosos y por favor le pedí al rey que al mando de esas tierras me dejara. Él, aceptó, puesto que tuve éxito en mi  querella y me consideraba uno de sus fieles. Al anterior rey preso lo logré encontrar y él, de su error me quiso perdonar. Pero lo hecho hecho está y no se puede remediar. Mi ira pude contener puesto que preso se iba a quedar y a mis servicios trabajar. Terminado mi dilema moral a la vida real logré regresar y este es el fin de mi historia medieval.

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