Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Bajo la luz de una vela. Ángel Díaz Hernández. Gran Canaria

Bajo la luz de una vela, se situaba el vagabundo. Se llamaba Leocadio y su hogar se situaba en la acera de la céntrica calle de Mesa y López, en Las Palmas de Gran Canaria. Era un humilde hombre que no gozaba de privilegio alguno, se pasaba el día rondando por las calles intentando recolectar algo de dinero para poder hacer, al menos, una comida al día. Fue un conocido contratista canario que fundó la empresa Contratistas siete islas. Era muy conocido a nivel de Canarias, era muy bueno en su trabajo y todos sus empleados hablaban bien de él. Empezó como un pequeño empresario y fue ganando mucho dinero, hasta que un día, todo dio un giro brutal. Un fallo en los papeles de su empresa le adjudicó una deuda de millones y millones de pesetas. No sabía como había sucedido todo aquello. Denunció a las personas que llevaban todos sus papeles, pero nada pudo hacer por corregir aquel error. No pudo afrontar aquella deuda millonaria. A partir de todo ese problema, se le fueron embargando coches, casas, fincas y demás propiedades y poco a poco estaba más cerca de la calle. Estaba casado y tenia un hijo, pero su esposa, al ver lo que le esperaba decidió divorciarse. La custodia de su hijo cayó sobre la madre y el se quedó prácticamente solo. Al paso de unos pocos meses se quedó en la calle, sin coche ni propiedades, solo objetos que no le servirían para nada en la calle. Tenía poco dinero ya y entonces optó por invertirlo casi todo en la lotería. Estuvo dos semanas invirtiendo e invirtiendo en la lotería. Hasta que un viernes por la noche, estaba bajo la luz de su única acompañante, la vela, y vio un empleado de la lotería que pasaba por allí y le dijo:

¡Perdone!, ¿sabe que número ha salido hoy en la lotería?

A lo que el empleado le contesta:

-Si señor, ha salido el 4572.

Leocadio, quedó sumido en un estado de intensa emoción. Era el numero que él tenia en sus manos.

Después de ese premio de lotería, Leocadio pudo volver a fundar su empresa y creó una nueva familia. A partir de ese entonces, guarda con mucho cariño la vela que le dio luz en sus peores momentos de miseria.

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