Bajo la luz de una vela. Guillermo González. Gran Canaria

 

Bajo la luz de una vela

Por la noche estaba yendo a mi habitación, cuando apareció una silueta extraña, la seguí hasta el jardín pero se escondió en el bosque cercano a mi casa. Estaba tan preocupado y asustado que solo se me ocurrió volver a mi casa para buscar algo que me alumbrara y adentrarme en el bosque, bajo la luz de una vela , vi que había como una entrada secreta a un lugar mágico, pero aún sentía la presencia del ser extraño, por lo que seguí tras él. Al pasar el portal pude ver un mundo totalmente diferente a lo conocido, habían seres mitológicos y una flora espesa y exuberante, pero estaba concentrado en saber quién o qué fue a mi casa. Escuchaba gritos cerca, pero no sabía de donde procedían, aunque aún sentía que unos ojos me miraban fijamente. Caminé sigilosamente para no alertar a ningún monstruo pero sin darme cuenta me hallé delante de uno, rápidamente me percaté de que era él, un monstruo grande y feroz con un pelaje largo y marrón, tenía los ojos rojos y unos cuernos enormes, ¡era un minotauro! Se dio la vuelta y me atacó, me hizo un rasguño en la pierna y salí corriendo, no sabía a donde me dirigía pero tampoco me iba a quedar quieto para que el monstruo me destrozara. Busqué una solución lo más rápido posible por lo que me escondí en una cueva hasta que pasara de largo, luego volví sobre mis pasos para huir y salir de este mundo, pero el minotauro se caracteriza por tener un buen olfato por lo que me localizó pronto. Le escuché a lo lejos así que empecé a correr lo más rápido que pude aunque el dolor de la pierna era tan grande que me lo impedía. Al llegar al portal el monstruo estaba muy cerca, yo tenía un problema, no sabía como cerrar el mismo. Intenté cerrarlo como si de una puerta se tratara cosa que era imposible, sentía aliento del minotauro muy cerca así que me apuré mas en buscar una solución. Cada vez se ponía más difícil, no pude impedir que el monstruo entrara, no me quedó otro remedio que echarme de nuevo a correr, y como todo sueño de terror me desperté sobresaltado, sudoroso, cansado y nervioso, como si hubiese ocurrido en la realidad.