Misión Ausonia
Como otro día cualquiera en la maravillosa china, el sol entraba radiante por la ventana de la casa, en la cual vivía la familia Muñiz. A los cuales les presto mis servicios como mayordomo.
Una vez sonó el despertador me dispuse a prepararles el desayuno para que salieran con energía a la excursión que tenían planeado ir. Después de prepararles el desayuno, la familia Muñiz salió rumbo a la muralla china.
"Al fin tranquilo" pensé yo, pero me equivoque ya que al poco tiempo el señor Muñiz me llamo urgentemente diciéndome que su esposa tenía un gran problema y que debía llevarle, lo más rápidamente posible, la nueva ausonia sensitive. Tal fue mi sorpresa que salí sin perder un instante, cogiendo tan solo la mochila con las ausonias.
Al cruzar la puerta supe que no iba a ser un día fácil. Envuelto en mi preocupación, me dirigí a una cabina para llamar a una empresa experta en asesoramiento para que me indicara el transporte más rápido para llegar a mi destino.
La dulzura de la voz de mi interlocutora apaciguo mis nervios:
-Buenos días, ha llamado a la mejor compañía de asesoramiento en china ¿que necesita? – dijo la chica
- Buenos días, necesito llegar lo antes posible a la muralla china ¿Qué trasporte me aconseja?
Tras varios minutos oyendo la música de espera, me dijo que el transporte se encontraba colapsado y la única forma de ir sería la bicicleta o ir caminando. Y bueno a falta de bicicleta, buenas son las piernas, así que sin perder más tiempo me puse rumbo a la muralla china.
Tras largos minutos de camino, mis fuerzas iban mermando debido al calor sofocante. Para colmo una gran montaña me separaba de la muralla china y no sería nada fácil superarla, aún así no me rendí.
A mitad de camino me senté en una roca al lado de una cabaña para coger algo de aliento. De repente salio una criatura algo extraña, con unas orejas enormes, me quede plasmado observándola, hasta que una grave voz dijo – es un perro, a pesar de sus orejas. Mire hacia atrás y vi que me hablaba un viejo monje de las montañas, el cual, amablemente me invito a tomar una infusión revitalizante en su casa. Yo accedí sin pensármelo un segundo ya que me encontraba verdaderamente agotado.
Después del breve descanso, reanudé la marcha, hasta que al fin encontré a la familia Muñiz, por suerte la señora Muñiz había conservado una última ausonia por lo que llegue en el momento justo para que pudiera disponer de las nuevas compresas ausonia sensitive y evitar que su periodo estropeara la excursión.
Finalmente, una vez cumplida la petición del señor Muñiz, volví a la casa para descansar y olvidar este largo día.
Recursos utilizados:
- Un perro con las orejas grandes,
- La familia Muñiz en la muralla china,
- Una taza grande,
- Una chica joven
- Unas compresas ausonia sensitive.
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