Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡BIENVENIDOS!

Relato Breve (Febrero)- Sandra Sánchez Castellanos

Estaba sentada en el sofá, por la ventana de enfrente solo distinguía la luz de una lejana farola.

Llovía abundantemente, y el sonido del viento junto al de la lluvia parecían no dejar hablar a más nada.

Volví la vista al frente, la chimenea crepitaba lentamente, el fuego se iba comiendo la madera poco a poco, dándole una luz tenue a la habitación.

Una luz que hacía que lo de fuera pareciera una leve brisa.

Estaba realmente a gusto .

Entonces, a pesar de lo cálido de la luz, mi cuerpo tiritó levemente por un segundo y

una cálida manta me cayó sobre los hombros.

Me giré y le vi a el.

Le miré a los ojos, me sonrió levemente y se sentó conmigo debajo de la manta.

Me acurruqué contra el, y escuché su respiración, fuerte y profunda .

Apoyé la cabeza en su pecho, su corazón latía de manera firme, y por un segundo, me pareció que el mio latía al mismo son.

El me miró, me acarició el pelo suavemente y lo olió mientras cerraba los ojos.

Entonces me apartó un poco y bajó del sofá al suelo.

Yo bajé con el.

La alfombra era tan mullida que me parecía estar en una nube.

Volví a acurrucarme junto a el y miramos el fuego un rato.

El suave baile de las llamas nos mantuvo pensativos, entonces le miré,

el siguió mirando el fuego.

Y de repente, como accionado por un resorte, me miró.

Nos miramos fijamente.

Me acarició la cara con ternura

y me besó muy dulcemente.

Bebí de cada segundo de ese beso.

El mismo viento y la lluvia parecían haberse callado para darnos todo el protagonismo.

Entonces nos separamos y volvimos a mirar distraídamente el fuego.

Y poco a poco, fui cayendo en brazos de Morfeo.

Abrí los ojos y vi una ventana entre abierta y una cortina que bailaba mecida por una ligera brisa.

Me froté los ojos y lo vi frente a mi,

profundamente dormido, la almohada le tapaba un poco la cara.

Y yo, con toda la delicadeza que pude se la aparté.

El abrió los ojos, me miró, y sonrió.

Esa sonrisa fue capaz de iluminar cada rincón de mi corazón.

Se acercó, me dio un beso en la frente y volvió a dormirse.

Me acerqué y me coloqué a su lado pensando " Si esto es un sueño, no quiero despertar nunca ".


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