Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

¿ Y si es verdad ? Paula D.B


Caminaba por la avenida marítima, el atardecer se veía hermoso, el sonido del mar siempre relajante y la gente sentada en los pequeños restaurantes de los alrededores, hablando tranquilamente. Fue entonces cuando lo vi. Tenía los ojos mas lindos que había visto nunca, si es cierto eso que dicen de que son el espejo del alma, ese chico debía tener el alma mas divina de todas; sus cabellos castaños danzaban al viento, su sonrisa de impacto se grabó en mi mente y la brisa del mar acariciaba su dulce piel morena.

Cada vez estaba mas cerca, no sé por qué pero me temblaban las piernas cada vez que avanzaba. Hasta que nuestras miradas se cruzaron, su pupila se clavó en la mía. Sus increíbles ojos del color de la miel desprendían ternura y sensibilidad. Me cautivó, y me fui a casa con el deseo de volverlo a ver.

Al atardecer del día siguiente lo vi, en el mismo sitio. No pude aguantar las ganas de acercarme y decirle algo que a lo mejor pueda desarrollar una conversación entre él y yo. A sí que devorada por los nervios me dirigí hacia él.

- Una puesta de sol preciosa, igual que ayer.
- Sí…muy bonita.
- Me llamo Michel.

Lo miraba fijamente, mientras él, con la mirada perdida en el horizonte y su mente en un pensamiento inalcanzable, permaneció en silencio. Me disponía a irme de ese sitio, puesto que estaba haciendo un ridículo espantoso, o eso creía, cuando alcancé a oír:

- Yo soy Diego...me gustaría que te quedaras…

Me acerqué y me volví a sentar. Estuvimos hablando casi dos horas. Ahora estaba más convencida de que ese chico me gustaba. Le di mi número de móvil y me fui a casa.

A la mañana siguiente, suena el despertador. Se me olvidaba, yo no tengo despertador. Las ganas de volver a ver a Diego era lo único que sonaba en mi mente. Me volví hacia la mesa de noche y cogí el móvil.
¡Un mensaje de Diego! Lo leí en seguida y decía lo siguiente:
Hola Michel…debo decirte que el otro día lo pasé genial contigo…pero no soy quien en verdad parezco. Me gustas…lo reconozco, pero lo mejor será que te alejes de mí. No te conviene estar conmigo. Lo siento, no soy quien crees.

El mensaje me desconcertó, ¿a qué le tiene miedo?
¿Y si esconde algo?  ¿Y si es verdad?.

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