Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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Al volver la esquina. Yoana González Castellano.

Era una calurosa tarde de Julio, hacia un día asombroso, el sol brillaba y vestía un amarillo precioso que contrastaba muy bien con el claro azul del cielo. A ellos se les sumaban las maravillosas criaturas que por el cielo merodeaban. Decenas de familias salían de sus casas para pasar una buena tarde a orillas del mar, pues hoy se celebraba la típica fiesta de julio en las playas valencianas. Así que decidí dar un paseo por las acogedoras calles de esta ciudad.
Había un gran alboroto, típico de un día como este.
No quería seguir allí, así que me aleje del tumulto y continué mi paseo, esta vez alejándome de mi rumbo inicial, me dirigí hacia el centro de la ciudad. Mientras más me alejaba de la zona costera el murmullo se iba apagando, así como las calles iban perdiendo transeúntes. Me impresionó ese silencio en pleno centro de Valencia, lo creí un sueño, estaba relajada.
Sin embargo, cuando pensaba que hoy sería un día de la fiesta de julio común, como el de otros años, me equivocaba. Al volver la esquina todo pareció oscurecerse ante mis ojos. Lo que antes me parecía un día maravilloso y veraniego, se convirtió en un día triste y nublado de invierno. No daba crédito. Un hombre de unos treinta años de edad yacía en el asfalto, muerto, destrozado por el impacto de un vehículo que en ese mismo instante había huido a la velocidad de un rayo. Era un furgón, un Citroën Berlingo rojo. Rojo como la sangre de ese pobre hombre, rojo como el corazón que late para crear vida, pero que ya se ha vuelto negro, que ya no late para esta victima de la fatalidad, de la casualidad, o no.
No era una estampa agradable la que experimente. No. No se trataba de un muerto en medio de la principal avenida de la ciudad de Valencia lo que mas me acongojaba. Era el silencio de una ciudad vacía, como desierta, como si los únicos que hubiéramos sobrevivido a una destrucción del mundo fuéramos ese hombre y yo, con un desenlace fatal para el primero.
La parte frontal del vehículo había impactado contra su cráneo. Había perdido numerosos huesos occipitales, trozos de musculo, se dejaba entrever el húmero, un brazo había sido cortado de cuajo por un capó convertido en cuchillo.
Y ahora quedaba yo, solitaria, sin ayuda, ya no podía hacer nada por ese desconocido. Cogí mi móvil, no tenia cobertura, no había nadie, no podía avisar a nadie, solo quedaba esperar.
Nunca había visto una imagen semejante. El día de la fiesta de julio de 2009 nunca se me olvidara, y las consecutivas no serán iguales. A partir de ese día mi vida habrá cambiado. Todas las noches me atormenta esa visión. Todas las noches se me hacen interminables, no hago otra cosa más que pensar en ese momento.


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