Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La mirada del pintor. María Montesdeoca

La mirada del pintor

 

Una mañana de Febrero de 1903, John se encontraba trabajando con sus trabajadores en su tienda de cuadros. Esa tienda la había heredado de su padre el cual había muerto un año antes. John trabaja todos los días para sacarla adelante como su padre hubiese hecho. En ella conservaba cuadros fabulosos y muchos de ellos muy antiguos los cuales los conservaba mejor que los demás. Pero al muchacho el más que le interesaba era uno que había sido también muy especial para su padre. Ese cuadro ya tenía sus años pero en el se podía seguir observando claramente la imagen. En el se reflejaba la imagen de uno de los conflictos que tuvo Italia con el Imperio Austríaco por la lucha de ciertos territorios. Por donde John tenía su tienda, había muchas personas los cuales el veía que miraban sus cuadros de una manera extraña. A la mañana siguiente fue a trabajar como de costumbre pero notó una cosa extraña y era que la puerta estaba abierta.

Él y uno de los trabajadores de confianza eran los únicos que tenían llave para entrar. El muchacho fue a mirar que cuadros se habían llevado. Mientras miraba se dio cuenta que el único que faltaba era aquel que el le tenía tanto agrado y el cual era su preferido.

 John furioso de rabia no sabía que hacer ya que aquel cuadro lo había pintado su padre.

Después de unos largos minutos de calma John decidió no alertar a la policía y se puso a pensar en quienes o quien podía a verse robado aquel cuadro. Primero empezó a sospechar por aquellos hombres que eran de por allí y en segundo lugar pensó en su trabajador de confianza. Al rato se puso a pensar en el segundo acusado, pero se dio cuenta que Fran que era su trabajador de confianza había estado toda esa semana de vacaciones. El muchacho quiso esperar al día siguiente para seguir pensando en que podía hacer sin alertar a la policía. Tras una noche larga John se levantó más temprano de lo normal y fue a la tienda. Mientras atendía a gente, Fran entraba por la puerta. Después de no haber nadie por allí John le contó lo sucedido. Él trabajador no se lo creía pero al buscar también con él vio que sí, que era cierto. Fran le dijo que no avisase a la policía porque al fin y al cabo no le iban a hacer mucho caso porque para ellos sería un simple cuadro. John muy triste y desanimado por lo que oía ya no sabía que hacer. Él día ya se les iba y lo que hicieron fue irse cada uno para su casa y que con el tercer día de aquel cuadro ya se viesen las cosas. A la mañana del tercer día el muchacho se encontraba en la tienda sentado mirando sus otros cuadros. Mientras los observaba Fran entraba, se saludaron mutuamente y Fran siguió para comenzar con su trabajo. Dada la 1  de la tarde y el muchacho allí todavía su trabajador de confianza se le acercó. Él le dijo que si se podía acercar un momento para que viese algo. John no dudó un momento y se levantó. En aquel entonces John no se creía lo que sus ojos estaban viendo. Era aquel cuadro tan admirado por el y su padre. Aquel cuadro el cual reflejaba la lucha de los de Italia con los de Austria por las tierras y  del cual cuentan que  no acabo muy bien aquel conflicto. El muchacho empezó a llorar de felicidad al ver aquel cuadro pero se quedó por un momento callado. Después de unos minutos preguntaba ansioso a Fran que donde o quien lo tenía. Fran le dijo que se lo había escondido en uno de los lugares de la tienda ya que era inmensa para que el no lo encontrase. Él trabajador también le dijo que se lo hizo más bien para que se fuese acostumbrando cuando se lo robasen de verdad. Ya que John no tenía mucha práctica en eso de los cuadros y para un poco saber reaccionar. El muchacho no se enfadó por aquello que hizo Fran, en cambio le agradeció por a verlo hecho ya que le servirá alguna vez. Ese día fue inolvidable para John al saber que aquel cuadro volvería a estar en su tienda el cual le asombraba aquella expresión por la cual su padre lo había pintado en una de sus tardes.



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