Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡BIENVENIDOS!

Lo vi en el metro. César González Sosa

Un lunes tarde, de rutina diaria, estaba en el "Coffee Bar". La misma mesa junto a la ventana, el mismo camarero gruñón de siempre, pero eso sí, un café y unos gofres como nunca los había probado antes. Siempre voy a tomar una merienda de lunes a sábado. Puede que mi vida no sea tan entretenida como otros piensan, es más, puede que sea bastante solitaria, pero es mi vida y me gusta la forma en la que la vivo. Salí del "Coffee Bar" al parque local, en el centro de la ciudad. Me gusta despejar la mente a lo largo de un paseo por el verde césped que inunda el Parque Central.

Iba por un lateral del Parque, bordeándolo. Era un día en el que la gente abundaba casi tanto como el césped. De pronto se oyeron tres disparos de pistola en el otro extremo de la calle, a unos cien metros de mí. La curiosidad me mató y tuve que ir a ver lo que había ocurrido. Era un anciano, tendría unos setenta años de edad, no muchos más… Lo habían asesinado con arma de fuego, atravesándolo con tres balas de pistola en el tórax. Ni rastro de su asesino.

La gente decía que habían visto a un hombre con chaqueta de cuero, capucha y pasamontañas, pasar en dirección a la calle doscientos trece, avenida de Paquistán. Seguí en esa dirección con la intención de averiguar quién era, y por qué a aquel anciano que, a simple vista, parecía inofensivo.

Me introduje en la calle, ya cerca de la avenida. Cada vez había más gente, y me dificultaban el paso. Empecé a empujar y a apartar a las personas, abriéndome paso entre la multitud. De lejos, conseguí ver a un hombre de espaldas, caminando a las Oficinas Municipales, con una capucha y chaqueta de cuero. Le conseguí seguir la pista en un rodeo a la ciudad. Luego lo vi entrar en el portal de mi casa. Me quedé impactado. Espere por si salía alguien, pero no ocurrió así.

¿Un vecino? ¿Algún conocido o amigo? Ya en mi casa, me atormentaba a mi mismo con preguntas. ¿Lo conocería? No sé…

Escuché estruendos en las escaleras de mi portal. Con cautela abrí la mirilla de mi puerta, y vi a un hombre con pasamontañas… ¡Vi al hombre con pasamontañas! Cogí una lata de Kas para el camino y salí dando zumbos de mi casa.

Llegué a perderle la pista, pero solté mi lata de Kas y una mujer a la que le pregunte, reconoció la descripción y me dijo que había entrado en la estación de metro.

Una vez dentro de la estación, pedí un ticket para el próximo viaje que saliera, y me senté a esperar. Tenía que estar por allí, es más, el metro ya estaba a punto de llegar. Mirando a ambos lados antes de levantarme, miré al frente y lo vi. Lo vi en el metro… Estaba allí.

Entré y vi como sacaba su arma del bolsillo. No tardé en pensármelo. Le golpeé por detrás, en la nuca, lo suficientemente fuerte como para dejarlo inconsciente. La gente del metro empezó a alarmarse. Yo no me inmuté. Me dediqué a inclinarme para quitarle aquel pasamontañas. Y entonces reconocí su rostro, el de mi querido vecino… el viejo Mike.

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