Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡BIENVENIDOS!

Lo vi en el metro. Josué Castellano Reyes. Gran Canarias

Lo vi en el metro.

Hola amigos, permítanme robarles un breve momento de sus vidas para contarles un trozo de la mía que, si mal no recuerdo ocurrió en un tren;

El reloj marcaba las siete de la tarde. Me encontraba comprando un ticket para el metro cuando un hombre pasó corriendo a mi lado. Aparentaba tener prisa o sentirse perseguido, pues, de vez en cuando miraba atrás con cortos giros de cabeza. Pero le hice caso omiso y seguí mi camino hacia el metro.

Cuando llegué, aún faltaban varios minutos para su salida. Miré al hombre que había visto antes, el que corría con ansias hacía unos segundos. Se sentó frente a mí. Vestía una gabardina que parecía cara, una camisa de pequeños cuadros azules, unos pantalones y unos zapatos también, además de unas gafas oscuras y un sombrero.

Aparento estar nervioso, miraba a sus alrededores, movía sus pies arriba y abajo rápidamente, frotándose las manos.

Sonó la bocina del metro y se puso en marcha. Recogió su maletín de piel negra y se aferró a él con todas sus fuerzas.

El viaje estaba siendo tranquilo, la gente subía y bajaba, hasta el momento en que se oyó el frio y doloroso sonido de una pistola al ser disparada. Dos matones vestidos de negro recogieron el maletín del misterioso hombre de la gabardina y huyeron; yo, que a día de hoy aún no se por qué lo hice, los empecé a perseguir.

Durante la persecución, llamé a la policía con mi teléfono móvil que, como solía pasar casi siempre, estaba bajo de batería.

Les di información precisa de lo ocurrido, sobre el aspecto de los misteriosos matones de negro y de nuestra localización.

Giraron a la derecha, luego a la izquierda y milagrosamente no se habían percatado de mi presencia cuando entraron a una casa.

Era una casa grande, de al menos dos plantas, que aparentaba estar en ruinas. La humedad había hecho que la pintura cayera de las paredes.

A su alrededor había un jardín muy descuidado, lleno de malezas. Me adentré en él y rodeé la casa en busca de otra salida, pero había ninguna otra.

Me preguntaba que podría haber dentro de aquel caro maletín, quizá drogas, dinero,... eran muchas preguntas y ninguna respuesta las que pasaban por mi mente en esos momentos.

Observé una roca debajo de un viejo arbusto junto a la entrada de la casa. Recogí un palo de madera aparentemente duro.

Esperaba la llegada de los policías o la salida de alguno de aquellos misteriosos matones. Afortunadamente llegaron antes los policías.

Les conté lo sucedido, y una patrulla de policías se aventuraron en aquellas ruinas. Tuvieron que pasar varios minutos intensos hasta que se oyó la radio de un policía. No habían encontrado ningún maletín ni nada parecido, pero sí dos cadáveres. Según la descripción de un policía eran dos hombres, piel morena, pelo negro, unos cuarenta años más o menos y vestidos de negro, sin marcas de violencia aparentemente y, no había ningún maletín.

Otra vez se me pasaron por la cabeza las mismas preguntas de antes:

¿Quiénes eran aquellos matones?

¿Qué habría en el maletín?

¿Cómo y por qué murieron aquellos matones?

¿Por qué querían aquel maletín?

¿Dónde estaba ahora aquel maletín?



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