Era un día esplendido de verano, mi chico y yo habíamos decidido ir al campo a pasar el día. Habíamos quedado a las once y media de la mañana en mi casa, el tenia dieciocho años y yo tres menos que el, nos habíamos conocido en una playa hacia dos años gracias a un unas amigas. Y yo estaba preparada, ansiosa porque llegara, ya que me encantan las salidas con el. Cuando llego toco la pita del coche, me despedí de mi padre y baje corriendo a su encuentro. Llevábamos dos horas de trayecto y aun no habíamos llegado al bendito lugar. Cuando llegamos el se quedo aparcando el coche y yo me decidí a bajarme e ir a buscar un buen lugar para pasar el día. Todo era tan perfecto, el , el lugar, la comida pero todo cambio de repente. El cielo se nublo, había viento y todo se nos echo a perder en unos momentos. Yo estaba muy asustada ya que estábamos lejos de nuestra casa y el tiempo se estaba poniendo muy malo.
De repente oímos un murmullo detrás de los árboles nos miramos y nos quedamos paralizados al ver aquello que nunca nos imaginamos que nos iba a pasar a nosotros.
Aquella era una cosa resplandeciente te nos iba acercando cada vez mas y nosotros ni nos movíamos ya que no podíamos dar un paso.
- ¡ Pero que ven mis ojos !
- ¡ No me lo puedo creer !
- ¿ Tú también lo ves?
- sí …
- ajajá, ¿ que nos os creéis que este aquí con vosotros ?
Aquellos que estábamos viendo y que nos hablaba era la abuela de mi novio. Había muerto hacia un año al comerse un caldo de potaje y atragantársele una lenteja. Era su espíritu no nos lo podíamos creer. Mi novio estaba paralizado así que me decidí a hablarle yo.
- ¿ Que haces aquí?, ¿ que quieres ?
- He venido a deciros que en donde estoy, estoy muy bien, tengo muchas amigas y hasta me he echado un novio.
-¿ Y porque nos que nos cuentas esto ?
- Porque se que no lo habéis pasado bien con mi muerte.
A mi novio se le caían las lagrimas de lo emocionado que estaba. Ellas nos convenció de que lo que estábamos viendo era real decidió quedarse con nosotros aquel día.
El cielo se despejo y todo volvió a la calma, nos sentamos y comenzó a hablarnos sobre como había pasado aquel año en el que ella había estado ausente, nosotros tampoco nos quedamos callados, luego estuvimos jugando a las cartas y comiendo pero llego el momento de la despedida. Nos dijimos adiós. De camino a nuestras casas mi novio me comento que no comentáramos a nadie ya que no nos creerían. Decidimos volver a verla, quedamos una vez al mes en el mismo lugar ya que sus cenizas fueron repartidas por los alrededores y solo aparecía allí, cada momento que pasamos con ella es único y desde ahí guardamos el secreto.
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