Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Daniel Ramos García.Los Quintana.Un destino indeseado.

Llego tarde, mi tía tenía que hacer unos recados y me acaba de dejar en la puerta de la mansión de mi padre.
Tomo aire, no me gusta estar aquí, me trae muchos y desastrosos recuerdos. Y sobre todo hay uno que preferí olvidar hace ya tiempo.
Han pasado tres años desde que desperté del coma, pero aún hoy siento escalofríos cada día cuando la oscuridad me rodea. Aquella noche no vi que sucedió, solo un ruido, mi propio grito y un fuerte golpe que me hundieron en un profundo y tenebroso coma. Un coma en el que estoy seguro que viví algo que mi mente desde entonces trata de recordar una y otra vez sin éxito.
Pero un día lo descubriré. Ahora tengo que ser fuerte y entrar en la casa de mi padre para celebrar con el y mi hermano mi dieciséis cumpleaños.
Toco el timbre esperando a que aparezca el viejo mayordomo de mi padre. Enseguida aparece con su habitual apariencia seria e impenetrable y me hace entrar para posteriormente retirarme la chaqueta. No me acostumbro a tanta atención y me siento algo extraño cuando la recibo. Me miro al espejo para ver que todo está en orden y detrás de mi veo el lugar donde hace exactamente dos años bajaba a la planta baja a por agua y fui atacado por aquel desgraciado ladrón.
Un escalofrío me recorre, nunca he sido capaz de ver el Canarias 7 y de mirar a la cara al ladrón que ante su sorpresa me ataco con uno de las llaves inglesas que había el garaje. Prefiero no pensar en ello, además todo se resolvió en los dos meses que yo estuve en coma.
Aún siento el dolor el cuando me acuerdo. No quiero volver a pasar por algo así, pues algunas noches cuando pillo el sueño temo no volver a despertar.
-Por Aquí Echedey. Empiezo a caminar hacia el salón donde están mi padre, mi madrastra, y mi hermana mayor, la cual está tocando el antiguo piano de mi padre, ese que a mi no me deja ni mirar.  
Las luces se encienden, mi corazón se detiene y mis sorprendidos ojos no creen cierto lo que estoy viendo. Mi padre me ha hecho una encerrona. Ha invitado a todos sus amigos y conocidos del ámbito en el que se mueve, es decir la política.
Todos me miran esperan que responda, busco a mi padre entre la multitud y cuando lo localizo se le ve algo dubitativo a su lado mi madrastra que me mira con una gran sonrisa, es evidente que todo lo ha montado ella. Disfruta haciendo fiestas y despilfarrando estúpidamente el dinero de mi padre, aunque a él parece no importarle o es que solo tiene tiempo para la política de su país y no tiene tiempo para gobernar a su propia esposa.
Noto como todos se empiezan a borrar las falsas sonrisas y yo sigo sin reaccionar. Si hiciera lo que de verdad quiero hacer,  me iría lejos, a mi habitación a jugar al FIFA. Pero aunque nunca he querido formar parte de esto, no me queda más remedio que sonreír, cosa que cuesta mucho, y entrar y aguantar las presentaciones interminables y las adulaciones de cortesía.
Una vez que sonrío noto como mi padre se relaja y como mi madrastra y mi hermana aplauden con ímpetu y aquí vienen para cogerme y sumergirme en un mar de caras desconocidas que me hubiera encantado que hubiera seguido siendo así.
La noche está pasando muy lenta y todavía no he conseguido llegar a la mesa donde está la comida. Desde que se fue mi madre está descontento consigo mismo y lo paga conmigo. Mi tía, más madre que mi propia madre, pidió a mi padre que me dejara vivir con ella una vida normal, lejos de todo esto. Y aunque yo solo tenía ocho años me preguntó qué quería hacer, y mi respuesta fue rápida, quería una vida normal, lejos de todo esto. Por eso ahora me siento engañada y estafada y temo que mi cara salga mañana en las revistas y perder mi tranquilidad y mi vida normal.

-A tu madrastra le hacía ilusión…
-Lo sé, pero a mí no, y aunque no viva contigo deberías saberlo.
Miro a mi padre, no es un hombre muy joven, pasa ya de los cuarenta y largos. Se casó muy tarde y con una mujer joven claro. Solo que su mujer, mi madre, nunca estuvo a gusto consigo misma y se sometió a un sinfín de cambios: de sociedad, de físico, hasta que cambió de marido y nos dejó solos.

-Es solo una noche.
-Eso espero, no quiero dejar de llevar una vida normal.
-Aquí serias más feliz.
-Lo dudo, aquí estaría siempre sola rodeado de sirvientes, y sometido a mi madrastra, en casa de la tía tengo una familia. Y no esperan de mi algo que no soy.
-No te pareces a nosotros.-Lo miro esperando que lo diga con tristeza pero solo hay resignación en su voz.-Es una lástima.-Toma un trago de su copa-.Mira toda esta fiesta, el lujo, el encanto…
-La falsedad.
-Eres demasiado inteligente para tu propio bien y me atrevo a decir que para el mío propio.
-Entonces debería irme para no hacerte daño.

-Vaya Armiche no me has presentado a tu hijo y mira por donde mi hija acaba de llegar.
Mi tensión y mi mal estar se triplica, no es la primera vez que mi madrastra me organiza una "fiesta" sorpresa, pero…¿Organizar una fiesta para ese fin? No, espero que no, que haya sido una casualidad todo esto, pese a la nota de falsedad que he sentido en la voz del hombre con poco pelo con una chaqueta que va a estallarle, que acaba de llegar.
-Echedey te presento a Felipe y bueno esta es su hija Alejandra.
Saludo al hombre y me atrevo a mirar a la joven. Es un poco mayor que yo, el pelo rubio y una cara de anuncio. Pero tras sus ojos veo solo cinismo y algo más que me hace sentirme molesto ante su escrutinio descarado.

 -Encantado de conoceros.
Les ofrezco mi mano y se la doy a ambos con firmeza.
-Armiche tengo que hablar unas cosas contigo. Dejemos que los jóvenes se conozcan mejor.
Se alejan y yo me giro a la mesa de la comida para coger cualquier cosa con tal de llenarme la boca y no tener que hablar con Alejandra.

-Una fiesta estupenda. Espero que a partir de ahora te vea en más.
-Lo dudo mucho.
Sonríe.
-A mí antes no me gustaban, pero mi padre está orgulloso de verme aquí… y por la familia hay que hacer sacrificios.
La observo, sus ojos verdes están muy lejos de mostrar sinceridad ante sus palabras, más bien parece que se ha estudiado bien el guión que le han dado para llamar mi atención.
Mi hermana me mira con su perfecto traje de desaseo exclusivo. Me molesta que critique ropa no porque no sea cara, si no porque me he tenido que vestir para la ocasión y no me gusta nada. Y seguro que mi madrastra lo sabe. Me estoy asfixiando aquí. Me cuesta mucho fingir que todo está bien cuando en realidad me siento engañada y estafada. Me despido de Alejandra.

-Perdón, tengo que ir al servicio.
Salgo escuchando como me dicen que vuelva pronto y vez fuera del salón y de la fiesta, me encamino hacia la puerta de la cocina dejo una nota a uno de los empleados de mi padre y le dijo que se la entregue dentro de diez minutos y me escapo de aquí. No aguanto más.
Cuando llamo a mi tía para que me recoja a unos pocos metros de aquí no se sorprende y no tarda en recogerme con su marido y su hijo pequeño Juan.

Por mi cara sabe que prefiero no comentar nada de lo sucedido, ya habrá tiempo para contárselo todo más tarde, ahora solo quiero escapar de lo que he vivido esta noche y de lo que es peor de la sensación que a mi familia les importa más el que dirán que aceptar la simple decisión de su hijo pequeño de no querer formar parte de este circo.
Cuando subo al coche nadie habla y noto algo raro en mi tía, la cual iba en el sillón del copiloto. Veo que nos desviamos en un cruce que no conducía a casa de mi tía, miro hacia el maletero y veo dos maletas y pregunto de quién son a la vez que paramos delante de un edificio.

-Lo siento, tu padre me ha obligado.- dice mi tía sin mirarme a los ojos.

Era un internado en el que me tendrían hasta los dieciocho, y en el que tenían órdenes de convertirme en el más refinado de los hijos de político. El internado estaba en medio de un bosque de pinos canarios muy altos, y no llegaba el alumbrado de las calles hasta él. Cuando entré, solo sin mi tía, el guardián me dijo que si era Echedey.

-Sí.- le respondí fríamente y sin mostrar interés de continuar la conversación.

El edificio era muy frío y la paredes estaban muy húmedas y los pasillos eran eternos, en silencio pasamos cuarto pasillos y por fin llegamos a mi habitación. Que dejaría pronto de serlo ya que fui a clase al día siguiente y según terminara la última clase a las seis de la tarde me escapé por una puerta que daba al patio. Donde no había ni un alma ya que el director los había convocado en el salón de actos para dar una charla. Estuve dos días caminando día y noche sin dormir, bebía agua de una botella que había cogido previamente en el internado y la intentaba llenar con cada chorro de agua limpia que bajaba por un barranco. Toda la isla me estaba buscando, porque aquí si se perdía el hijo de un cargo político importante, aunque fuera anunciado previamente y totalmente voluntario era una tragedia casi mundial. Me daban por muerto pero con un poco de suerte y un móvil de un buen hombre que me lo dejó avisé a mi tía y me dio dinero para un avión y para empezar una nueva vida en el extranjero, no os preocupéis porque le he ido devolviendo el dinero poco a poco.

¿Qué como paso desapercibido?, me he cambiado el nombre y he cambiado de imagen. No os puedo decir donde estoy pero algún día volveré.

 

 

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