Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡BIENVENIDOS!

Todo Por Una Lata De Kas. Alba D.G. Gran Canaria

Era invierno, corrían días de lluvia, las calles olían a mojado y las plantas con la gran cantidad de gotitas de roció posadas el ellas se movían al paso de la brisa.

Sara una chica de 15 años, vivía en un pueblecito, apartado de todo bullicio conocido, en una casa no pequeña, pero tampoco, muy grande, donde compartía su vida con su mas apreciado tesoro, su familia. Su madre, Carlota, con quien compartía casi todo; era su mejor amiga y confidente. Con su padre, Francisco, a quien en el pueblo todos conocían como "Paquito el Carpintero", que como  su apodo dice, era uno de los mejores carpinteros que había en el pueblo. Y con su hermana pequeña Irene, doce años menor que ella y que a pesar de su corta edad tenía un gran carácter, pero también era la criatura mas dulce y linda de todo el pueblo. La familia de Sara  era  humilde, solo entraba un sueldo en la casa, el cual daba para lo justo que requiere vivir, dar de comer a dos niñas en pleno crecimiento, algún que otro, pero muy escaso, capricho, y por supuesto, los gastos de la casa.

 

Sara conocedora de la situación familiar, asistía a clase todos los días, con gran entusiasmo, sabiendo que con los estudios y su esfuerzo, sería lo único que en un futuro, no le haría pasar el apuro que pasan sus padres día a día.

 

A Sara le gustaba mucho el diseño. Tanto de moda, como el diseño de interiores. Por eso se esforzaba al máximo trabajando en unos bellos dibujos, que de poco servían, ya que muy pocos veían la luz. Sara era una niña muy tímida, por lo que hasta el insignificante hecho de que cualquier  persona, que no fuera ella misma, viera sus dibujos, la hacía ruborizarse.

 

 Sara había hecho un diseño de una lata muy bonito, con colores muy vivos y un bonito dibujo. Lo mantenía guardado como tantos otros de sus bellos dibujos. Ella pensaba que nadie sabía que los escondía, pero se equivocaba. Su madre, como amiga y confidente, a sabiendas de sus sentimientos y de sus mucho dibujos guardados con tanta ansia en los cajones viejos de su alcoba, cuando Sara iba a clase, con la excusa de recoger la habitación de su hija, aun sabiendo lo ordenada que era, entraba en el cuarto de Sara. Podía llegar a pasarse horas admirando los dibujos que su hija había elaborado con la misma facilidad que tenía para respirar.

 

Un día, su madre, al enterarse de un prestigioso concurso de dibujo en la ciudad y conocedora de su miedo al ridículo, sin que Sara se enterara, entro en su cuarto, cogió el dibujo de la lata, que a su parecer era el que más demostraba la personalidad de su hija, lo metió en un sobre y lo envió por correo al concurso.

 

Pasaron dos largos e interminables meses para la madre de Sara, hasta que un día llegó una carta en respuesta del concurso. Cuando la madre de abrió la carta y comprobó con asombro que su hija Sara había quedado cuarta en el concurso se quedó desconcertada, pero muy contenta   ya que, auque  lamentablemente no había ganado nada,   ella entendía que a pesar de no haber ganado el concurso  su hija tenía un buen potencial por explotar y que la próxima vez podría tener suerte.

 

Día mas tarde Sara  encontró dicha carta, por una parte se sintió contenta, personas que no la conocían  absolutamente nada, sólo por un dibujo opinaban que tenia talento, pero por otra parte se sintió decepciona por dos razones, la primera era que pensaba que si tenía potencial..¿Porqué no había ganado nada?; y la otra era porqué su madre,  que sabía el gran temor que tenía hacia las opiniones ajenas, había mandado el dibujo sin ni siquiera habérselo dicho. Se enfadó tanto, que estuvo un par de semanas sin hablarle a su madre.

 

 

Pero a las pocas semanas, para sorpresa  de su madre y de Sara, llegó otra carta con el remitente de una compañía de refrescos, en la carta ponía que por medio  del concurso habían descubierto a Sara y que querían que ella,  diseñase el envase de uno de sus nuevo productos, que era urgente y que la compañía pasaba malos momentos financieros.

 

La famosa lata de KAS diseñada por una niña de 15 años, dio la vuelta al mundo, la compañía se enriqueció a pesar de la polémica de su diseño, le pagaron bien, y la empresa quedó agradecida por sacar a la empresa de casi una quiebra absoluta.

 

Sara, tras lo sucedido al darse cuanta de lo mal que había tratado a su madre, le pidió perdón, su madre, contenta y feliz de que su hija estuviera feliz, aceptó las disculpas sin ningún tipo de remordimiento.

 

A partir de ahí Sara siguió estudiando, pero también diseñando, para múltiples compañías que la fueron conociendo por su diseño de la lata de KAS. A partir de este momento  la situación económica de la familia mejoró gracias a los múltiples ingresos de Sara. Ella  terminó los estudios con buenas notas, terminó la carrera de diseño grafico y aun vive en su casa con su familia, pero ahora es directora de su propia empresa de diseño de interiores.

 

¿Ella jamás hubiera  pensado que la vida le cambiaría tanto con  el dibujo de una simple lata de refrescos?



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