Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

La lata misteriosa. Patricia Tacoronte. Gran Canaria

Me encontraba un día en casa sola. Mis padres habían ido a trabajar y, como de costumbre, yo me quedaba sola. Aproveché el silencio de la casa para hacer los deberes y un trabajo que tenía que presentar el día siguiente. En medio del silencio sonó el timbre y yo estaba acostumbrada a abrir desde la parte alta de mi casa, con la confianza de que siempre eran mis abuelos y que no hacía falta mirar quien era. Pero nadie contestó. ¿Quién era? Muy asustada me asomé y ví que la puerta estaba cerrada; decidí ir a abrirla y no había nadie. Solo había una pequeña caja negra; miré hacia un lado y hacia el otro lado de la calle, pero no había nadie, ninguna señal, ninguna pista...

Cogí la caja y cerré la puerta. Me dirigí hacia el salón y me senté en el sillón con la caja en las manos. No sabía si debía abrirla pero tenía mucha inquietud de saber por qué esa caja era para mí. Pensé que podía ser un regalo o tal vez una gamberrada, pero decidí abrirla. Mi sorpresa fue al ver una lata y un sobre; sabía que se trataba de una broma de Ángel y Saúl. Abrí el sobre y decía... "Deberás entregar esta caja con la lata dentro; la lata contiene una bomba. Tú decides quién crees que debe abrir esta caja". Ya no sabía si era una gamberrada o una realidad. Creía que debía llevarla a algún sitio, pero nadie merecía abrir esta caja; pues me había llegado a mí y yo no podía decidir a quién darle esa caja negra con una lata, que en realidad era una bomba. Tampoco sabía en cuánto tiempo estallaría. Pensé que lo mejor sería dejar que las olas del mar se la llevaran. Fui con la caja hacia la playa que estaba por debajo de mi casa y dejé que la marea se la llevara para siempre. No entendí por qué el destino puso esa lata en mis manos... Nunca lo entenderé.




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